Este es el título de un (a fecha de marzo de 2023) borrador escrito por Abraham (Avi) Loeb, y Sean Kirkpatrick.
El primero cobró notoriedad tras el paso de un objeto intergaláctico por nuestro sistema solar. Según los cálculos, debido a su velocidad y alta excentricidad de su órbita, fue un objeto que nunca estuvo ligado al sistema solar, sino que provino de fuera de él. Ésto y alguna que otra aparente anomalía llevó a Loeb a especular con la idea de que fuera en realidad una nave interestelar de paso por el sistema solar. Donde «especular» es la palabra clave a tener en cuenta.
Posteriormente Loeb lanzó lo que llamó Proyecto Galileo, que pretende establecer una red de detección de objetos no identificados, -entendidos como naves extraterrestres- ya estén en la órbita de la Tierra o del sistema solar.
El segundo, Kirkpatrick, es el actual director de la All-domain Anomaly Resolution Office (AARO), la oficina establecida en los últimos años por petición del Congreso de EEUU bajo la tutela de la Oficina de Director Nacional de Inteligencia (ODNI), e impulsada por un lobby formado por ciertos grupos y personas empeñadas en buscar extraterrestres. El pasado enero la ODNI sacó su segundo informe sobre UAPs basado en el trabajo de la -a día de hoy- AARO (pero anteriormente conocida como UAPTF, AATIP o AAWSAP). Comentarios a ese informe se pueden leer aquí.
Es obvio que ambas personas tienen un interés común en la búsqueda de naves extraterrestres, y por ello se han asociado para escribir el borrador de artículo que aquí comentamos. Como borrador que es, está por ver qué forma final adquiere, y sobre todo dónde pretenden publicarlo; pero eso no obsta a que se pueda analizar y criticar, ya que se ha hecho público.
El abstract, resumen inicial del artículo, nos indica que la intención del estudio es buscar límites físicos a las intepretaciones de UAPs que muestran «alta maniobrabilidad»; es decir, cómo las leyes conocidas de la física (como la fricción con el aire o agua) pueden provocar fenómenos como emisión de luz, ionización de la atmósfera, o firmas de radiofrecuencia, y cómo estos fenómenos, en principio observables por diversos métodos, podrían relacionarse con el tamaño del presunto objeto, distancia a la que se observa, o incluso su velocidad. Algo que como ejercicio académico a priori puede resultar curioso.
La premisa inicial sin embargo, se queda en nada en cuanto vamos al cuerpo del artículo.
La introducción nos recuerda que su punto de partida irrenunciable es la visita de naves extraterrestres, ya que se comienza con la detección de 'Omuamua, y de otro objeto interestelar (IM2):
Nevertheless, the coincidences between some orbital parameters of ‘Oumuamua and IM2 inspires us to consider the possibility that an artificial interstellar object could potentially be a parent craft that releases many small probes during its close passage to Earth, an operational construct not too dissimilar from NASA missions.
En todo caso, las coincidencias entre algunos de los parámetros orbitales de 'Omuamua e IM2 nos inspira a considerar la posibilidad de que un objeto artificial interestelar podría potencialmente ser una nave nodriza que liberara pequeñas sondas durante su paso cercano a la Tierra, un constructo operacional no muy diferente a las misiones de la NASA.
Por mucha «inspiración» que les provoque, lo cierto es que en ningún momento se ha demostrado que alguno de esos objetos fuera artificial. Da igual, huyendo hacia adelante con esa idea, siguen una serie de disquisiciones totalmente especulativas, que pueden sonar más o menos razonables, pero especulaciones al fin y al cabo, sin ningún valor científico real ni aporte de conocimiento, pero sobre todo sin relación con la premisa expresada en el abstract.
¿Cómo podría una civilización intergaláctica llegar a la Tierra? Loeb y Kirkpatrick se lanzan a especular sobre naves nodrizas que esparcen naves exploradoras como «dientes de león» (dandelion seeds), naves no tripuladas gobernadas por «Inteligencia Artificial», máquinas de Von Neumman capaces de «autorreplicarse» para poder abarcar la exploración de toda la galaxia… lo que no deja de revelar la falta de imaginación humana, pues se mencionan tecnologías hoy día consideradas punteras (IA, impresoras 3D) para problemas genéricos, postuladas como solución imprescindible para la exploración intergaláctica, simplemente porque es lo más avanzado que conocemos por el momento.
Constrasta en cambio con otros problemas bastante más importantes (visto con el conocimiento y tecnología disponible hoy día) como el reabastecimiento o la propulsión, de los que se dicen generalidades pero no hay soluciones específicas, como si esa presunta civilización que nos visita ya lo hubiera resuelto de forma trivial.
En todo caso, no es más que una exposición de especulaciones, una sobre otra, que podrá tener su valor como tormenta de ideas que algún escritor de ciencia ficción sabrá aprovechar. Pero a nivel técnico o científico no aporta nada relevante.
Porque al fin y al cabo, el tema gira en torno a
...if some observed UAP are of extraterrestrial origin, there are some practical limits on the interpretation of observed and measured data resulting from physics-based constraints
...si alguno de los UAP observados son de origen extraterrestre, hay límites prácticos en la interpretación de los datos observados y medidos que resultan de constricciones basadas en la física.
(negrita añadida). Partimos de una condición sin demostrar, toda la especulación anterior no la va a hacer más probable.
El poco contenido científico presente en el artículo tan solo reproduce ecuaciones publicadas en otros trabajos, que vienen a decir cosas ya de sobra conocidas: un objeto con una velocidad determinada (energía cinética), se frena al entrar en la atmósfera y por tanto disipa esa energía en forma de calor, luz, e ionización de la atmósfera. Lo que a su vez puede favorecer su detectabilidad en radiofrecuencia (es decir, radar).
Las ecuaciones relacionan esos observables con propiedades como tamaño, distancia o velocidad… uno esperaría que ahora que por fin se han centrado en el tema hicieran algún desarrollo ejemplificando cómo interpretar UAPs, y mostrar qué tipo de limitaciones físicas imponen esos observables.
Para nuestra desgracia, Loeb y Kirkpatrick pasan directamente a la sección de «Conclusiones»:
The considerations in this paper imply a useful limit on observations of UAP which bound the hypothetical explanations and can support limitations on interpretations of data.
Las consideraciones de este artículo implican límites en las observaciones de UAP que acotan las hipotéticas explicaciones y pueden apoyar limitaciones en las interpretaciones de datos.
¿Dónde? En ningún momento han mostrado cómo se limitan las interpretaciones de UAPs, a pesar de pretender ser el objeto del paper según el abstract. En cambio, abundan párrafos de especulaciones no solicitadas para intentar justificar una condición indemostrada. Excusatio non petita...
Saltan las conclusiones a hablar de las imágenes tomadas con pods FLIR, en obvia referencia a los vídeos del pentágono.
For example, one of the most common sets of data within the military holdings comes from FLIR (forward looking infrared) pods. These sensors provide an accurate resolved image of relative thermal measurements across the scene. Typical UAP sightings are too far away to get a highly resolved image of the object and determination of the object’s motion is limited by the lack of range data. The range is usually estimated using the flight dynamics of the platform and some fixed points in the scene - if either are available. The error in estimating the range gives rise to a significant variation in the calculated velocity and is subject to human bias and error.
Por ejemplo, uno de los conjuntos de datos más comunes que posee el estamento militar viene de pods FLIR. Estos sensores proveen una imagen precisa de medidas térmicas del escenario. Los avistamientos típicos de UAP son demasiado lejanos como para obtener una imagen de buena resolución del objeto, y la determinación de la trayectoria del objeto está limitada por la falta de datos de distancia. La distancia se estima habitualmente usando la dinámica de vuelo de la plataforma y algún punto fijo en el escenario - si es que están disponibles. El error al estimar la distancia da lugar a variaciones significativas en la velocidad calculada y está sujeta a error humano.
En vez de redactar uno o varios apartados demostrando la utilidad de las ecuaciones anteriormente descritas, prefieren hacer un esbozo en las conclusiones. Básicamente, vienen a decir que las imágenes FLIR son poco claras, lo que dificulta obtener datos tan básicos como trayectoria, tamaño o velocidad.
Su sugerencia es entonces matar moscas a cañonazos suponiendo que los objetos vienen del espacio exterior, y calcular tales parámetros a partir de su emisión de radiación.
Obvian decir que para hacer eso sería necesario acceder a los «datos crudos» de los vídeos, en vez de un vídeo post-procesado para realzar la imagen y posteriormente adaptado para su difusión en internet que ya ha perdido esa información tan relevante.
O acceder al resto de datos de los sensores de los cazas u otras plataformas, como el radar, una señal amplificada -según ellos mismos escriben- con la posible ionización de la atmósfera, si es que el objeto estuviera reentrando en la atmósfera.
Porque lo cierto es que los vídeos del pentágono, a pesar de la imagen poco nítida, sí presentan datos en pantalla que permiten, bajo ciertas suposiciones que no implican condicionales sumamente improbables, recuperar trayectorias, tamaños y velocidades de objetos muy mundanos (como ocurre con los vídeos Go Fast! y FLIR1).
En resumen, un borrador de paper que promete tratar un asunto que no trata, cuyo grueso no son más que especulaciones de ciencia-ficción buscando justificar un punto de partida extremadamente improbable; y termina con unas conclusiones inconexas con todo lo anterior donde se esboza tímidamente lo que debería haber sido el tema central.
Sin pies ni cabeza.
Agradecimientos
A Manuel Borraz, y Vicente Juan Ballester Olmos por sus comentarios.