martes, julio 08, 2014

Relación entre avistamientos OVNI y la densidad de población

Hace ya un año hablábamos de la Ley Horaria de los OVNIs, resultado de analizar las horas de avistamiento de OVNIs. Fue originalmente encontrada por Jacques Vallée, y rápidamente replicada por otros investigadores. No fue el único resultado que encontró, sino que enunció varias leyes con bastante repercusión en los siguientes años, de otra de las cuales vamos a hablar hoy.

Igual que la vez anterior, un artículo extenso sobre el tema se puede encontrar en el siguiente enlace (en inglés), y en esta entrada voy solo a resumir lo más importante.

A review on the geographical distribution of UFO reports

En 1954 hubo una oleada de aterrizajes OVNI en Francia, y Vallée analizó el reparto geográfico de éstos. Concretamente, la relación entre la densidad de población y la cantidad de avistamientos producidos en esa región. Su análisis, basado en el siguiente mapa,

le llevó a enunciar lo que llamó Primera Ley Negativa, según la cual

El reparto geográfico de los lugares de aterrizaje en 1954 está inversamente correlacionado con la densidad de población

Es un enunciado muy particular y para un momento muy concreto, pues en aquel artículo [ref. 1], Vallée estaba principalmente refutando al Dr. Georges Heuyer, quien sostenía que la oleada era fruto de una psicosis. De ser una así, decía Vallée, en las zonas más pobladas habría más avistamientos, pues los rumores se propagarían más rápidamente que en zonas despobladas. El mapa de Francia con los lugares de aterrizajes, mostraba zonas con una densidad de población mayor de 60 habitantes por km2, pero la mayoría de aterrizajes estan en las zonas de menor densidad de población. Incluso, en zonas como Lille, París o Burdeos había muy pocos aterrizajes para la gran concentración de población que hay.

Posteriormente, Vallée reprodujo esta ley negativa en un catálogo de avistamientos en Estados Unidos, mostrando que el número de avistamientos por habitante disminuía con la densidad de población:

La conclusión de este resultado es que detrás del comportamiento de los OVNIs había cierta inteligencia que evitaba aparecer en zonas pobladas.

A partir de aquí, análisis de distintos ufólogos (Vallée, Poher, Saunders, Ballester Olmos, Fernandez Peris, Weiller, Verga, ...) sobre una multitud de catálogos han arrojado resultados contradictorios. Un resumen de tales trabajos y resultados está en esta tabla:

Y como se puede ver hay de todo: correlaciones directas e inversas, catálogos de aterrizajes, de todo tipo de OVNIs, imágenes...

Al ver estudios contradictorios, lo primero que hay que hacer es preguntarse por qué cada estudio llega a una conclusión distinta, y lo primero que salta a la vista es que los estudios usan variables distintas: Numero de informes (N) frente a población (P), N frente de densidad de población (δ), Numero de informes por habitante (N/P) frente a δ ... Variables distintas, aunque relacionadas, pero obviamente se estaban comparando magnitudes distintas y las conclusiones por tanto también son distintas.

Paro cuando se calculan las relaciones entre las mismas variables entonces los estudios dejan de ser contradictorios, y todos muestran los mismos resultados: La correlación entre el número de avistamientos (N) y la densidad de población (δ) es directa. En cambio, es inversa cuando se considera el número de avistamientos por habitante (N/P) frente a la densidad de población (δ).

Podemos retomar ahora el enunciado original de Vallée, donde establecía que la relación entre N y δ es inversa. ¿En qué basa su afirmación? Únicamente en un análisis cualitativo de un mapa de aterrizajes en Francia. Cuando del análisis gráfico pasamos a un análisis cuantitativo, es decir, poniendo números con el mismo procedimiento que con el resto de estudios, de nuevo la correlación que sale es directa. Por los pelos, poco significativa estadísticamente, pero directa. Su enunciado de la Primera Ley Negativa no tenía fundamento.

Conclusiones

Finalmente, lo que se demuestra es que todos los estudios anteriores son coherentes con el hecho de que hay más avistamientos OVNI, cuanta más gente habita una zona. Un detalle curioso es que si bien la relación es "a más gente, más informes OVNI", ocurre que ambas magnitudes no crecen a la misma velocidad. Es decir, si se aumenta la población al doble, el número de avistamientos OVNI no aumenta al doble, sino a un poquito menos. Este es un tipo de crecimiento sublineal, y es un hecho que podría estar relacionado con la mayor cantidad de luz artificial en lugares con mayor población (cerca de cuidades). De hecho, algunos del estudios comentados muestran una correlación entre zonas más y menos luminosas con un menor o mayor número de avistamientos.

Si bien una correlación inversa se asociaba a una "inteligencia" del fenómeno para evitar zonas habitadas, una relación directa tan sólo refleja lo que dicta la intuición. Y que además puede explicarse, como hicieron López, Ares de Blas y Salaverría [ref. 6], suponiendo un fenómeno que se manifiesta aleatoriamente sin ningún tipo de inteligencia o propósito.

Además, este comportamiento es idéntico en catálogos "negativos", es decir, casos que se puden explicar como una confusión con una causa mundana, o un fraude [ref. 8]. Lo cual nos lleva directamente al razonamiento de que si avistamientos sin explicación son indistinguibles de avistamientos con explicación... es probable que los primeros sean también explicables, aunque no sepamos cual es esa causa mundana.

Para más detalles, les recomiendo descargar el artículo y leerlo tranquilamente.

Agradecimientos

Agradezco a Vicente-Juan Ballester Olmos toda la información que me ha proporcionado, así como las interesantes discusiones sobre el tema.

También a Juan P. González, por el catálogo CUCO, analizado en este artículo.

Referencias

[1] J. Vallée. The patterns behind the UFO landings. Flying Saucer Review 1, special issue The Humanoids (1966)
[2] J. Vallée. Analysis of 8260 UFO sightings. Flying Saucer Review,14 (3) (1968)
[3] C. Poher y J. Vallée. Basic Patterns in UFO observations. AIAA Paper, 75-42. 13th Aerospace Sciences Meeting (1975)
[4] C. Poher. Etude statistique des rapports d'observations du phenomene OVNI (1971-1976)
[5] V-J Ballester Olmos. Are UFO Sightings Related to Population? Proceedings of the 1976 CUFOS Conference, Nancy Dornbos (ed.) Center for UFO Studies, Northfield, (1976)
[6] D. G. López, F. Ares de Blas y A. Salaverría. Bases para una modelación teórica del fenómeno OVNI. Actas del primer congreso nacional de ufología. CEI (Barcelona, 1978)
[7] M. Verga. Il punto sulla distribuzione geographica. (1981)
[8] V-J Ballester Olmos y J. A. Fernández Peris. Enciclopedia de los encuentros cercanos con OVNIS. Ed. Plaza y Janés. Barcelona (1987)
[9] V-J Ballester Olmos.UFOs by continent. FOTOCAT (2014)

sábado, mayo 03, 2014

Espejismos, eclipses... y metamateriales

¿Qué tienen en común un espejismo y un eclipse? Pues casi tanto (o casi nada) como Albert Einstein y Víctor Veselago.

Era 1905 cuando Einstein se preguntaba acerca de la propagación de la luz, y qué pasaría si alguien pudiera montarse sobre ella y viajar a su misma velocidad. Un 29 de Mayo 14 años más tarde, Sir Arthur Eddington se hallaba aguantando una tormenta en medio una pequeña isla africana para comprobar los resultados de la curiosidad de Einstein.

Era 1967 cuando Víctor Veselago, físico soviético, se preguntaba acerca de la propagación de la luz, y qué ocurría cuando se encontraba con materiales ciertamente exóticos... Pero para entender cómo de exóticos quizás sea mejor empezar por James Maxwell y las cuatro ecuaciones a su nombre, aunque ninguna sea suya.

Estas cuatro ecuaciones describen todo lo relacionado con la electricidad y el magnetismo, y además, establecen la existencia de ondas electromagnéticas cuya propagación esta determinada por dos constantes que aparecen en ellas:

La constante dieléctrica del vacío, ε0, que habla de las propiedades eléctricas del vacío; y la permitividad magnética del vacío, μ0 que da cuenta las propiedades magnéticas del vacío.

Y de ellas, se obtiene la velocidad a la que las ondas electromagnéticas viajan en el vacío:

c=(ε0·μ0)-1/2=299.792 km/s

Pero cuando la luz se propaga con materia de por medio, las propiedades eléctricas y magnéticas son ligeramente distintas, por lo que hablamos de una constante dieléctrica y una permitividad magnética relativas: εr y μr, de tal forma que la velocidad de la luz en un material es ligeramente más lenta que en el vacío:

c/v=(εr·μr)1/2

La relación c/v es lo que llamamos índice de refracción, n, y que nos sirve para describir las propiedades ópticas de los materiales.

Con esta pequeña introducción, podemos volver a Veselago y su curiosidad acerca de la propagación de ondas en materiales exóticos. ¿Cómo de exóticos?. Para eso tenemos que preguntarnos primero por los valores que pueden tener εr y μr:

Supongamos que tanto ε como μ tienen valores positivos. Esto es lo que ocurre en la mayoría de materiales que llamamos dieléctricos: silicio, zafiro, vidrio... Y esto produce un índice de refracción real. El resultado es que tenemos ondas electromagnéticas que se propagan.

Supongamos que ε es negativo, mientras μ es positivo. Esto es lo que ocurre en la ionosfera, una capa de la atmósfera donde se concentran cargas eléctricas. El índice de refracción en estas condiciones se vuelve un número imaginario. ¿Y esto qué significa? Pues que una onda electromagnética no puede existir en tal medio, lo que provoca su reflexión. Así es como se aprovecha la ionosfera para las comunicaciones por radio. Y esta propiedad también se da en materiales como los metales: aluminio, oro, plata, cobre... ¿A alguien le suenan las jaulas de faraday?

Una situación similar se da cuando μ es negativa, y ε positiva. n es un número imaginario, tampoco pueden existir ondas electromagnéticas en el material, y se reflejan. Son raras las situaciones en las que podría darse este caso en la naturaleza, pero podrían ocurrir.

Sin embargo, el caso más exótico es cuando ε y μ son negativas simultáneamente, empezando porque es una situación que no se ha encontrado nunca en la naturaleza. Y es una situación en la que, matemáticamente al menos, el índice de refracción es un número real. Otra cosa es si tiene sentido físico.

Así pues, Veselago en 1967 se preguntaba por estos materiales, y qué le pasaba a la luz cuando atravesaba una zona con esos valores tan raros. Su conclusión fue que no sólo el índice de refracción es real, sino que además tiene un valor negativo. Y que las ondas electromagnéticas pueden propagarse por un medio así; eso sí, con ciertas particularidades. Veselago bautizó a los materiales con ε y μ negativos como materiales zurdos. Pero posteriormente se les ha llamado metamateriales.

Este gif animado muestra la diferencia de propagación en un dieléctrico y en un material zurdo. Ambas ondas se propagan hacia la misma dirección, pero en la zurda (la de abajo) la fase (o la dirección en que se mueven las oscilaciones) es en dirección contraria.

Veselago fue un poquito más lejos, y elucubró qué pasaría en la intercara entre un material diestro (un dieléctrico) y uno zurdo. Todos sabemos qué es la refracción, y lo que le ocurre a la luz cuando pasa de un material a otro. En el caso de los metamateriales, resulta que la refracción ocurre en la dirección contraria a la que estamos acostumbrados. La refracción inversa es quizás el fenómeno más conocido de los metamateriales, pero Veselago también predijo otros como el efecto doppler inverso, o el efecto Cerenkov inverso.

Usando una lámina planoparalela de metamaterial, se puede conseguir una lente plana, aprovechando la doble refracción negativa en ambas caras.

Sin embargo, como estos materiales no se encuentran en la naturaleza, y Veselago no tenía forma de fabricarlos, hubo que esperar hasta 1999, cuando Sir John Pendry (otro inglés con título, como Eddington) ideó unos anillos resonantes partidos (Split Ring Resonators, SRR) que magnéticamente presentaban una μ negativa (al menos para una banda de frecuencia estrecha). Combinando los SRR con cilindros de metal que presentan de forma natural una ε negativa... ¡se obtiene un metamaterial!. Y lo mejor de todo, con las propiedades que predecía Veselago.

¿Quién no ha visto un espejismo en uno de esos días calurosos de verano? En el suelo aparece el reflejo del cielo, un árbol, un coche... Por qué ocurre esto es fácil de entender: el suelo está muy caliente, y el aire sobre él también se calienta. Más caliente, cuanto más cercano al suelo. Como el índice de refracción del aire depende de la temperatura, cerca del suelo lo que hay es una zona con varias capas de índice de refracción, un gradiente. Cuando la luz pasa por esa zona, se refracta y se curva, de tal forma que al final llega a los ojos de un observador que cree ver una imagen donde en realidad no está.

Algo muy similar buscaba Sir Eddington en medio de un eclipse, sólo que esta vez, en vez de un gradiente de índice de refracción, era una masa (la del Sol) la que estaba curvando la luz que provenía de una estrella, dando la apariencia de que la estrella estaba en un lugar donde en realidad no estaba. Fue una prueba que demostró la validez de la teoría de la relatividad general del Einstein.

Ambos fenómenos tienen un punto en común: la luz no se desplaza siguiendo el camino más corto, sino el camino más rápido. Es lo que se llama el principio de Fermat.

Junto con el desarrollo de los metamateriales, ha surgido lo que se llama la óptica de transformación: una forma de controlar el camino óptico de la luz para ser guiada según interesa. Y el punto de vista está muy ligado a la relatividad general: al modificar ε y μ (el índice de refracción) estamos deformando el espacio, de igual forma que el espacio se deforma por la presencia de una masa... De esta forma, la luz no hace más que seguir el camino más rápido entre dos puntos, pero adaptándose a las propiedades del espacio óptico que tiene que recorrer.

Lo mejor de todo: un formalismo matemático muy similar al usado en relatividad general, es aplicable a la óptica de transformación para calcular el camino de la luz, y el valor de ε y μ necesario en cada punto. Por otro lado, gracias a los metamateriales y la refracción negativa, tenemos herramientas para generar valores de ε y μ de cualquier tipo.

Supongamos que hacemos un agujero en el espacio. Una zona que la luz tiene que rodear, y luego continuar como si no hubiera tenido que variar su camino. Supongamos que ponemos en ese "agujero óptico" un objeto. ¿Qué vería un observador? Nada. Vería la luz que viene, pero no vería el objeto, ni ninguna evidencia de que la luz lo ha rodeado. Vería lo que hay detrás del objeto, pero el objeto estaría oculto. O más bien, el objeto sería invisible. Este tipo de construcciones ópticas son llamadas capas o dispositivos de invisibilidad (en inglés, cloaking device).

Muy curiosas académicamente, que demuestran el potencial de la óptica de transformación, pero de momento poco más. La potencia de esta técnica está en la capacidad de diseñar un espacio óptico que guíe la luz para hacer lo que nos interese: concentración de luz, dispersión de la luz, bloquear una banda de frecuencia, rodear objetos... El único problema es que los valores de ε y μ que se obtienen son tan raros, que es difícil realizarlos experimentalmente. Una cosa es hacer un metamaterial con propiedades homogéneas... y otra una estructura donde hay que tener en cuenta que ε y μ son tensores.

Ahora imagina que diseñamos un espacio tal que la luz que entra en una zona, no puede volver a salir de ella... ¿Alguien ha dicho "agujero negro"?. Sí, uno de los resultados más llamativos e interesantes de la relatividad general son los agujeros negros, zonas del espacio deformadas por una masa tan elevada, que atrapa la luz y no puede salir. Y gracias a la óptica de transformación, se pueden reproducir sus propiedades ópticas en el salón de casa, sin los problemas que ciertamente daría tener la masa del sol concentrada en el tamaño de una cucharilla. De momento en los ordenadores, porque de tecnología andamos escasos.

Ahora supón que en el centro del meta-agujero negro colocas una célula solar, y puedes estar seguro de que toda la luz que entre en el agujero acabará en siendo recogida por el sensor, aumentando su eficiencia.

Y estas son las cosas bonitas de la ciencia: cómo campos totalmente distintos, como son la cosmología y la física aplicada, la relatividad y la óptica electromagnética, acaban confluyendo en un mismo punto.

sábado, marzo 01, 2014

Zahorí 2.0

No. No se me asusten, que esta no es una de esas entradas. Tampoco voy a entrar a detallar qué significan cada una de las ecuaciones de Maxwell, tan sólo decir que sirven para explicar todo lo que se refiere a electromagnetismo. Y como vamos a hablar de algo directamente relacionado con ellas, ahí las dejo como cabecera.

¿Alguien ha oído hablar de la geobiología? Yo no, hasta hace poco. Según wikipedia, es un campo interdisciplinar que explora las interacciones entre la biosfera, la litosfera y/o la atmósfera. Sin embargo, hace unos días que hay un arquitecto-geobiólogo pasando por la radio (1, 2) que la define como:

la ciencia que estudia las energías que emanan de la tierra, y las relaciones entre estas energías y los seres vivos

(traducción libre) y más concretamente, centrado en la "contaminación electromagnética" que hace enfermar a todo el mundo. Sorprende tal definición y campo de actuación, porque claro, uno coge la palabreja, y la disecciona: empezamos por "geo", que nos remite a geología, donde no parece que el electromagnetismo sea una asignatura central. Y por otro lado, "bio" como en biología, donde a bote pronto, la relación entre electromagnetismo y seres vivos más importante que me viene a la mente es la fotosíntesis. Pero igualmente no parece que Maxwell sea un personaje relevante.

Nos cuenta este geobiólogo que su ocupación es estudiar las radiaciones que hay en las casas para proteger la salud, y resulta que estas radiaciones se pueden catalogar en dos tipos: las naturales, que son la que emanan de la tierra; y las artificiales, que son las provocadas por las nuevas tecnologías(ya saben, móvil, radio, wifi...).

Al margen de cómo habría que considerar la radiación del sol (yo sugiero "radiación alienígena"), es llamativa esta tendencia en dividir cualquier cosa entre natural y artificial. Las ecuaciones de Maxwell arriba expuestas son igual de válidas tanto para unas como otras, no son capaces de distinguirlas. Coja un fotón "natural" y otro "artificial", y no será capaz de diferenciarlos, lo que quiere decir que son la misma cosa, y que interactuarán con materia orgánica e inorgánica con idénticos efectos, sean cuales sean.

Eso no quiere decir que no se pueda dividir la radiación entre "natural" y "artificial". Por ejemplo, natural se podría definir como aquella que es emitida de forma espontánea en la naturaleza. Artificial podría ser aquella cuya emisión es provocada aprovechando fenómenos naturales. Y similares definiciones se podrían buscar para cualquier otra cosa que se suele clasificar con tales etiquetas, sin que por ello tenga que suponerse que "natural=chachi" y "artifical=caca". (Por si alguien todavía no se convence, que piense cómo alguien quema gas para generar de forma artificial una llama controlada para asar un pollo, mientras que al recibir una naturalísima y descontrolada erupción solar la menor de nuestras preocupaciones sería si el pollo ha quedado muy hecho)

Así que finalmente, diferenciar entre "natural" y "artificial" no deja de ser una clasificación que podrá ser útil o descriptiva según el contexto, pero también es una distinción totalmente arbitraria... y artificial en definitiva.

Volviendo a nuestro geobiólogo, obviamente lo que él llama radiación artificial es mala. Y la radiación que él llama natural... también afecta a la salud. Lo que lleva a preguntarse cómo es posible que exista la vida, si después de tantos millones de años evolucionando no ha sido capaz de adaptarse a las "radiaciones naturales".

¿Y de dónde salen estas radiaciones naturales? Pues aquí llegamos a la chicha. Por lo visto la Tierra está atravesada por unas rejillas energéticas, llamadas líneas de Hartmann y Curry. Que unas van de Norte a Sur y Este a Oeste, mientras las otras van de NO a SE y de NE a SO. Un detalle menor es saber si están alineadas con el eje geográfico, el eje magnético, o la declinación magnética local, pero estas sutilezas que tiran abajo cualquier castillo de naipes pseudocientífico no suelen tenerse en cuenta. El caso es que si uno se echa a dormir en una intersección de estas líneas, tendrá problemas de salud. Y como la distancia entre intersecciones es de tan sólo 2 metros, eso significa que los jugadores de baloncesto están todos bastante jodidos.

Pero no sólo de líneas imaginarias vive nuestro geobiólogo, porque las radiaciones naturales también son emitidas por aguas subterráneas. Porque

las moléculas de hidrógeno del agua en movimiento que rozan con el subsuelo generan un campo electromagnético

(traducción libre) ¿Y qué tiene de especial el hidrógeno? ¿Y por qué el agua subterránea y no el vapor de agua presente en el aire que nos rodea, que también está en movimiento, que también roza el suelo generando electricidad estática y que en días de tormenta llega a provocar descargas eléctricas? Pues son buenas preguntas que seguro que no tienen contestaciones igual de buenas, pero el caso es que es lo que nos lleva a la conclusión final.

Porque si usted contrata a este geobiólogo, su trabajo consistirá en buscarle corrientes de agua subterráneas para moverle la cama de sitio. Sí, al final estamos hablando simplemente de un zahorí usando tecnobable, que para quien no lo sepa, no es un asturiano hablando de tecnología, sino una forma de complicar conceptos que son muy simples.

Un zahorí 2.0, pero zahorí al fin y al cabo, con doble de pseudociencia .

viernes, enero 10, 2014

Radiofobia y las fundas antirradiación

De vez en cuando se nos bombardea mediáticamente con las temidas radiaciones de alta frecuencia. Principalmente se refieren a las radiaciones de móviles (tanto de teléfonos como de antenas), y ahora cada vez más las antenas wifi. Ya sea en la televisión, radio o a través de internet, no paran de decirnos lo perjudicial que es la radiación para la salud, aunque paradójicamente es difícil que nos concreten en qué nos perjudica exactamente, e incluso es seguido de vez en cuando con un contradictorio "no se han encontrado evidencias... pero por si las moscas". Por ejemplo:

La evidencia científica disponible aconseja adoptar medidas cautelares frente a la exposición a la radiación emitida por los teléfonos móviles e inalámbricos.

Aunque la evidencia obtenida por los estudios científicos realizados hasta la fecha no nos permiten decir en qué grado el uso de los teléfonos móviles pueden provocar efectos nocivos...

Negrita en el original. La falta de evidencia es evidencia de que se necesitan medidas cautelares. Curioso cuando menos.

Toda esta tecnofobia, sin embargo, no lleva a recomendar dejar de usar el teléfono móvil o las redes wifi, que parecería lo lógico. Si tan malas son las radiaciones, apágalo, tíralo y llama desde el teléfono fijo o una cabina como se ha hecho toda la vida, ¿no?

Pues todo lo contrario, lo que nos recomiendan es elegir entre una amplia gama de fundas (una, otra y otra) que nos aseguran que eliminan la "carga negativa" de las ondas electromagnéticas. Y además, te evita llamadas inoportunas:

Coloque el móvil durante el trabajo o en su tiempo libre en el compartimiento grande de su funda xxxxx, doble la solapa exterior y ciérrelo completamente con la cinta de goma, tras medio minuto su móvil quedará sin cobertura y ya nadie le interrumpirá.

Lo que no es sino una excusa muy traída por los pelos para darle una utilidad añadida a la funda. De lo que se trata al final es de meter miedo contra las perjudiciales radiaciones "negativas", pero no tanto como para dejar de usar la tecnología, y poder vender una solución contra un problema inexistente.

La pregunta es obligada: ¿Se tratan estas fundas de un producto milagro?

La afirmación principal es que las fundas reducen la radiación absorbida por la cabeza cuando hablamos con el móvil. En dos de las webs que he enlazado, además lo acompañan de referencias a la Universidad del Ejército Federal en Munich, con medidas hechas según unos procedimientos o normas estándar concretas, que demostrarían la atenuación de la radiación en 50 dB (que viene a significar que la potencia transmitida es el 0.001% respecto de la potencia incidente).

Siempre da lustre que una universidad avale un resultado. Más aún si además está relacionada con el ejército (y no digamos ya una norma militar [.pdf]), aunque esté obsoleta). Pero sin embargo, la prueba realizada no es la más idónea para lo que están afirmando (aunque sí evidencia que lo que dicen podría ser correcto).

Me explico. Las normas en las que está basada la medida dicen que hay que colocar una fuente de radiación alejada de la capa a caracterizar. El haz la atraviesa, y se mide cuanta radiación llega al detector. Siendo la palabra clave aquí "alejada", porque implica que la radiación le llega a la capa de una forma concreta ("ondas planas" es el término técnico).

En cambio, cuando se coloca un móvil en la funda, la radiación que emite el teléfono lo hace "muy cerca" de la funda. La "fuente" no está a la distancia estipulada por la norma,y cuando llega la radiación a la funda lo hace en condiciones distintas a la establecida.

Hubiera sido más correcta una caracterización orientada a conocer la emisión de una antena: ver cuanta radiación se emite en las distintas direcciones (siendo una de ellas la dirección a través de la funda).

O podrían haber hecho las medidas que hicieron en este otro caso [.pdf]. La medida consiste en evaluar la cantidad de radiación absorbida por un tejido biológico, simulando una llamada con un móvil pegado a la oreja. Este tipo de medida también está normalizada, y es la que todos los fabricantes de móviles deben realizar para certificar que sus teléfonos cumplen la normativa vigente. La norma establece las propiedades del tejido simulado, las condiciones de operación del teléfono (a máxima potencia), distancia, cantidad de tejido e incluso inclinación del móvil respecto del tejido.

Y los resultados apoyan la afirmación: sí, la absorción de radiación en la cabeza disminuye muy notablemente al usar la funda. El producto hace básicamente lo que dice.

Pero ahora va la segunda pregunta, la que no aparece en ninguna de estas webs porque si no, no venderían nada: ¿Es realmente necesaria la funda?.

Como decía al principio, nos bombardean con lo perjudicial de las radiaciones, pero es difícil encontrar qué es lo que perjudican concretamente.

La exposición prolongada a luz ultravioleta (tomar el sol en la playa) puede producir cáncer de piel. La exposición al frío sin abrigo, produce hipotermia. Efectos perjudiciales concretos. Las webs radiófobas en cambio no son capaces de concretar cual es el perjuicio de las radiaciones de móvil.

Pero, como todo el mundo sabe (excepto los homeópatas), la diferencia entre algo inocuo y algo que produce un efecto está en la dosis, y obviamente, con las radiaciones pasa lo mismo. Los efectos de la radiación sobre el cuerpo pasan por un calentamiento del tejido del orden de 0.1ºC [.pdf]. El estudio de los efectos de la radiación en función de su intensidad es lo que ha llevado a establecer unos niveles de seguridad máximos que deben cumplir todos los móviles, y de ahí la norma que se usa para certificar que los teléfonos los cumplen.

En la UE, este límite es de un SAR (Specific Absorption Rate) de 2 W/Kg (que es 5 veces menor que el nivel de referencia establecido por expertos de 10 W/Kg para la absorción localizada en la cabeza [.pdf]). Si repasamos las medidas del informe anterior, podemos ver el valor máximo de SAR con y sin funda obtenido después de varias medidas:

- Sin funda: 0.805 W/Kg
- Con funda: 0.032 W/Kg
(Normativa europea: 2 W/kg)

El móvil, sin funda, está un 60% por debajo del límite. Sí, con funda es mucho menos, pero es que sin funda ya estamos muy por debajo del límite en el peor de los casos.

Puede que ahora alguien esté pensando en que la OMS clasificó los campos de radiofrecuencia como potencial cancerigeno [.pdf]. Si no es peligroso, ¿por qué la OMS lo cataloga como cancerígeno? O al menos, tan potencialmente cancerígeno como lo es el café, los polvos de talco, el níquel (como el que hay en las monedas de 1 y 2 €) o la Aloe Vera.

Pues aquí (como en casi todo), hay que leerse la letra pequeña para evaluarlo en su justa medida.

The evidence was reviewed critically, and overall evaluated as being limited(2) among users of wireless telephones for glioma and acoustic neuroma, and inadequate(3) to draw conclusions for other types of cancers. The evidence from the occupational and environmental exposures mentioned above was similarly judged inadequate. The Working Group did not quantitate the risk; however, one study of past cell phone use (up to the year 2004), showed a 40% increased risk for gliomas in the highest category of heavy users (reported average: 30 minutes per day over a 10 year period).

La evidencia fue revisada críticamente, y en general evaluada como limitada(2) entre usuarios de teléfonos inalámbricos para glioma y neuroma acústico, e inadecuada(3) para extraer conclusiones sobre otro tipos de cáncer. La evidencia sobre exposición ocupacional y ambiental mencionadas anteriormente fue igualmente juzgada inadecuada. El Grupo de Trabajo no cuantificó el riesgo; sin embargo, un estudio anterior sobre el uso de móviles (hasta el año 2004), mostró un incremento del riesgo del 40% para glioma en la categoría de usuarios muy frecuentes (media reportada: 30 minutos al día durante un periodo de 10 años)

Siendo aquí las palabras importantes limitada e inadecuada, cuyas definiciones son:

(2) Evidencia limitada de carcinogénesis: Se ha observado una asociación positiva entre la exposición al agente y el cáncer para la que una interpretación de causalidad es creíble para el Grupo de Trabajo, pero el azar, sesgo o confusiones no pueden descartarse con suficiente confianza

(3) Evidencia inadecuada de carcinogénesis: Los estudios disponibles son de calidad, consistencia o potencia estadística insuficiente para permitir una conclusión respecto la presencia o ausencia de una asociación causal entre exposición y cáncer, o no hay disponibles datos de cáncer en humanos.

Es decir, que se han clasificado los campos de radiofrecuencia como potencial agente cancerígeno (en concreto de glioma), en base a una evidencia limitada de la que no se puede descartar el azar y los sesgos, mientras que no hay evidencia válida para cualquier otro tipo de cáncer. Son unos argumentos que se antojan débiles como para preocuparse y meter miedo.

La dichosa funda queda pues como producto de consumo contra un miedo injustificado.

Y para acabar, un poco de materia para pensar: las fundas evitan que la radiación llegue a la cabeza. Pero, ¿qué ocurre con esa radiación? El teléfono no comienza mágicamente a emitir con menor potencia, y si hay algo de lo que no existe excepción conocida es del primer principio de la termodinámica ("la energía ni se crea ni se destruye"). Así pues, ¿qué pasa con la radiación que no llega a la cabeza?

El principio de funcionamiento de las fundas se basa en que la radiación no atraviesa los metales (en teoría y en la práctica, aunque hay matices). Las fundas parecen estar compuestas de un mallado de hilos de plata, que reflejan la radiación incidente. Lo que hacen en realidad es cambiar el patrón de emisión del móvil. El móvil sigue emitiendo la misma energía, pero esta se reparte en el espacio de forma distinta. Por ejemplo, aquí muestro unas simulaciones de propagación de la energía electromagnética (hechas con el software libre MEEP). La primera simula la propagación en espacio libre, de forma simétrica, y más o menos esférica, como se esperaría de una fuente de radiación como un móvil.

La segunda representa la propagación si al lado de la fuente colocáramos una lámina de un metal perfecto.

Nótese cómo cambia el patrón, que reduce (aunque no evita) la propagación en un sentido, pero aumenta en el contrario (y nótense también los efectos de borde). Quizás algún radiófobo se sienta tranquilo y seguro con su funda, evitando recibir radiación... a cambio de lanzársela a los demás, lo cual parece poco ético cuando menos.

Y además ahora tendrá la preocupación extra de colocarse el móvil en el bolsillo del pantalón en la posición correcta, no sea que en vez de freírse la cabeza, se fría los...

Pero en fin, para aquellos que sigan sin fiarse, estaré gustoso de hacerme cargo de sus monedas de 1 y 2 €, tan cancerígenas como la radiofrecuencia según la OMS.