Pero que no cunda el pánico. Estos porcentajes no corresponden a preguntas por el Quijote, sino a las respuestas de una encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) realizada en Febrero - Marzo de 2004 acerca de la "Opinión de los españoles sobre el medio ambiente", concretamente sobre la veracidad de la afirmación:
"Los seres humanos proceden de especies animales anteriores"
¿Quién dijo que no cunda el pánico? Casi el 30% de la población española no conoce o no cree en la evolución, y otro 38% solo cree que probablemente sea verdadera, casi 150 años después de la publicación de los descubrimientos y teorías de Darwin y Wallace, comprobadas y reforzadas cada vez que se encuentran nuevos fósiles.
Una encuesta con estos resultados sobre el Quijote habría puesto el grito en el cielo de los responsables de los Ministerios de Educación y Cultura. Sin embargo, cuando se trata de temas científicos, estos datos no causan el más mínimo rubor, ni nadie se preocupa por paliar esta situación de incultura científica, no ya solo con la evolución, sino con cualquier otra teoría.
Pero lo peor no es el desconocimiento en sí de la ciencia, sino la desconfianza que genera. Así, tanto en esta encuesta como en otra de Marzo - Abril de 2001, "Opiniones y actitudes de los españoles hacia la biotecnología" se encuentra que la gente opina que se da demasiada importancia a la ciencia, y no la suficiente a los sentimientos o la religión.
Aunque este problema de incultura científica pueda tener varias causas, una a destacar es la falta de sentido crítico, la aceptación de cualquier afirmación sin detenerse a pensar si es razonable a la luz de los conocimientos actuales, y sobre todo, la ausencia de iniciativa en la búsqueda de información extra para obtener más datos con los que formarse una opinión. En pocas palabras, es falta de curiosidad, que se hace más grave ahora que existe Internet y que hace más fácil la búsqueda de información.
El desconocimiento, la falta de curiosidad y sentido crítico, hacen de caldo de cultivo perfecto para la aparición y permanencia de supersticiones como la religión, la astrología, los OVNIs, los fenómenos paranormales, las medicinas alternativas, las energías New Age, etc, que no hacen sino empobrecer culturalmente a la población, y que además se ven reforzadas por su difusión en programas de radio, televisión o en revistas en las que brillan por su ausencia análisis racionales con los conocimientos científicos actuales. Más aún, es normal apoyarse en palabrería que suena científica, sabiendo que los oyentes - creyentes lo van a dar por cierto, sin preguntarse si el pseudo-argumento tiene alguna base real: no van a tener la curiosidad de buscar por su cuenta lo que sus locutores/escritores favoritos les entregan ya masticado en sus programas o libros.
Así, perviven creencias o pseudo-argumentos que todos hemos oído alguna vez, como que dado que la Luna produce las mareas, y el hombre es 80% agua, la Luna influye en las personas. O dado que la mujer tiene la regla cada 28 días, igual que el período de la Luna, es evidente que hay una relación. También es normal oír justificaciones de cualquier cosa gracias a la misteriosa Mecánica Cuántica que todo lo explica, a la Relatividad que todo lo puede, o a las desconocidas energías positivas, negativas, verdes, rojas y tutti frutti que todo lo curan. Por su puesto, las pocas nociones sobre estas teorías o conceptos suelen ser bastante pobres o mal interpretados, debido sobre todo a que quien de esta manera argumenta, sólo está repitiendo como un loro las campanas que ha oído en alguna parte, y no se ha molestado en entenderlas.
Habrá quien diga que las pseudociencias son sólo un pasatiempo, otra forma de ver la vida, o que al fin y al cabo, uno es libre para elegir lo que prefiere creer y elegir en qué gastarse el dinero (aunque pueda ser perjudicial para la salud, como en el caso de las medicinas alternativas). Sin embargo, la falta de sentido crítico no es exclusiva de este campo, sino que se extiende a otros del "Más Acá": el cambio climático y el efecto invernadero, la energía nuclear, los alimentos transgénicos, las antenas de telefonía móvil, son temas que todos hemos oído o leído muchas veces, pero que realmente no conocemos en todo sus aspectos. Evidentemente, nadie puede saberlo todo sobre todo, pero quien tiene sentido crítico sabe hasta donde llega su conocimiento sobre el tema, y llegado el momento, sabe reconocer su ignorancia, callarse, oír, preguntar y aprender.
Realmente, la incultura científica más que el desconocimiento de las teorías que rigen la naturaleza, es el desconocimiento del método científico como método de obtención de conocimiento. El primer paso es buscar información, documentarse, comparar y realizar un análisis crítico. Es un paso que se puede dar sin necesidad de ser científico ni de estudiar ciencias, y que es útil en cualquier aspecto de la vida.
No es tan difícil. Sólo hace falta ser curioso y usar el menos común de los sentidos.
Referencias:
Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS): http://www.cis.es
CIS: Estudio Nº 2.557. "Opiniones de los españoles sobre el medio ambiente (Feb-Mar. 2004)"
CIS: Estudio Nº 2.412. "Opiniones y actitudes de los españoles hacia la biotecnología (Mar-Abr. 2001)"
CIS: Estudio Nº 2.557. "Opiniones de los españoles sobre el medio ambiente (Feb-Mar. 2004)"
CIS: Estudio Nº 2.412. "Opiniones y actitudes de los españoles hacia la biotecnología (Mar-Abr. 2001)"
7 comentarios:
No es por ser pesimista, pero imagínate los resultados de una encuesta en la que preguntaran algo como "¿usted cree que las matemáticas son útiles para el progreso?".
La mayoría de la gente que conozco que no ha hecho estudios de "ciencias" cree que consisten sólo en "hacer cuentas" ("ay, a mí los números se me dan muy mal").
Pero dentro del sector "ciencias" la cosa no mejora sustancialmente; también conozco a bastante gente que opina "yo por qué tengo que estudiar ésto, que no me he metido a estudiar matemáticas" (al respecto de las asignaturas de matemáticas con las que se tienen que enfrentar, a pesar de que el enfoque sea eminentemente práctico).
La concepción de la ciencia que tiene la gente "corriente" de mi entorno es algo prácticamente diabólico. Científicos malvados con sus batas blancas que investigan en laboratorios secretos un virus muy poderoso con el que exterminar a la humanidad mientras se construyen una nave para irse a otro planeta. La misma gente que cuando le duele algo va al médico en vez de dejar que "dios provea", que cuando tiene que trasladarse a algún sitio van en coche o en avión y no andando o nadando, o que utiliza la lavadora en lugar de lavar a mano (y con detergente de última tecnología en lugar de fabricarse su propio jabón).
Nadie se plantea cómo sería sobrevivir en un sitio donde no tuviéramos ninguna de estas comodidades, y por tanto nadie se plantea de dónde ha salido todo esto que empleamos cotidianamente. Pero nada de esto sería posible si el conocimiento (la ciencia) y la inventiva, cogidos siempre de la mano, hubieran avanzado.
Cuando recuerdo las clases en el colegio puedo entender algo. No te planteaban el método científico como un proceso necesario para el progreso, sino sólo como parte de una asignatura. Tema 1, "el método científico". Un ejemplo, "¿está claro?", "sí", "sí" y tema siguiente. Ni una sola mención más al respecto. ¿Qué recuerdos quedan de eso en los que posteriormente se dedicaran a las "letras" o, incluso, en los de "ciencias" que no necesitaran dicho método para desarrollar su trabajo?
Respecto al ejemplo concreto que planteas, me acuerdo de cómo nos hablaron en el instituto sobre la teoría de la evolución, en la asignatura de biología (ciencias naturales, primero de BUP).
La profesora nos dio unas fotocopias con textos que hablaban sobre explicaciones del origen del hombre. Había varias explicaciones mágicas entre las que la mujer había metido al creacionismo (así como otros mitos), y estaba la evolución.
Al leerlas, nos preguntó qué nos parecía más coherente, pensar que algo mágico nos había creado, siendo que teníamos tantas opciones entre las que elegir, y elegir una explicación mágica nos pondría en dificultades para argumentar por qué esa rechazando el resto; o pensar que se trataba de un proceso gradual del que, además, teníamos (tenemos) algo muy importante: pruebas. Espero no ser la única de aquella clase que recuerde esa anécdota, a pesar de que ya hace como 14 años de eso.
Por otra parte, creo que no se tiene curiosidad por la ciencia simplemente porque no se percibe como algo útil. Mencionas lo chocante que resulta esta falta de curiosidad por buscar información hoy en día, con algo tan potente como es Internet. Sin embargo, yo mantengo que no es falta de curiosidad sin más, sino falta de curiosidad por las materias científicas. Porque vaya, cuando alguien conocido se pone conexión a Internet en su casa, lo primero que me preguntan es cómo buscar películas y bajárselas, y si se trata de buscar sexo, ya ni te cuento. O sea, que falta de curiosidad no es. Cuando quieren, lo usan y saben cómo. El problema es que no se consigue transmitir la sensación de utilidad. Pero luego todos quieren el último modelo de cualquier aparatito que la pareja ciencia y tecnología hayan producido. No lo relacionan. Ése es el problema.
Sin embargo, y esto dota a la situación de una comicidad casi delirante, cuando preguntas a la gente qué ve en televisión, nadie ve programas basura, todos ven los documentales de la 2. Pero vaya, luego no saben nada de la vida de los animales de los que hablan en dichos documentales, y sí mucho de los soplapollos que al parecer parasitan la televisión. En fin, malpensada que es una.
La motivación como dices es un factor que influye bastante en la curiosidad. En el colegio me acuerdo que no me gustaban las matemáticas. Como tu dices, no le veía el sentido a multiplicar matrices.
Y con la física pasa un poco lo mismo. Los primeros cursos son para resolver problemas del tipo "sale un tren de sebastopol... y por la misma vía otro en dirección contraria... ¿cuando y donde chocan?". Son problemas sin chicha.
Aún así, cuando hay curiosidad, uno investiga (dentro de sus posibilidades). A mi de pequeño me encantaba abrir en canal los radiocassetes, o cualquier trasto. (Menos mal que no me dio por la biología :D ). Tambien es cierto que tenía a mi padre haciendo lo mismo en casa, así que tenía donde fijarme.
A modo de batallita, te contaré que lo que más recuerdo de mi paso por el instituto, es a mi profesor de química. Se dedicaba a poner problemas enrevesados, de usar trescientas ecuaciones antes de llegar a la solución, con truco, con datos de más o de menos, o con resultados de esos que llaman mucho la atención, lo que te obligaba a interpretarlos para deducir si tenía o no sentido, si estaba bien o mal hecho el problema.
En fin, creo que comparto tu pesimismo. Y lo malo es que va a peor. Tengo amigos dando clase en institutos, concozco profesores de universidad, y todos coinciden en que cada vez vienen peor preparados. En seguida se acomodan a que se les de todo hecho y bien masticado, y evitan pensar por si mismos. No saben ni resolver problemas de sustituir los datos en la fórmula (menos aún tener que usar trescientas)
Y lo peor es que al final, serán todos mandamases, que ya lo dice el dicho "el que vale, vale, y el que no, pa ministro"
Buff que cabreo más tonto me he cogido viendo los quesitos.
En realidad supongo que en el fondo ya suponía que las cosas estaban así de mal, pero cuando se ven los datos reflejados en el gráfico son estremecedores.
Con perdón, porque me saldré un poco del tema, pero... es que tengo manía a los profesores (je je).
Es solo un ejemplo, personal pero trasferible, y es el mío.
Yo estudié (es un decir) una carrera de ciencias, en efecto. Donde las matemáticas (perdona, Lola) están exageradamente de más. No me refiero a que puedan sobrar, sino a que su papel es excesivo. Muchas integrales, rotacionales etc etc etc (y no entro en la estadística que ya me da un pasmo).
Y no sé si por la farragosidad de todo ello (recuerdo las pizarras de ecuaciones diferenciales en derivadas parciales llenas de lado a lado, y todos copiando sin entender -ni tiempo para ello- ), porque no se le encontraba (aunque a veces si, es cierto, la demostración de las leyes de Kepler y la ecuación de Bernoulli son mis dos recuerdos "simpáticos" de todo aquello) una aplicación inmediata, directa o, al menos una hilación práctica con la carrera, resultaba todo bastante descorazonador.
¿Y despues?. Pues ¡OH sorpresa! NO se usan NUNCA en la práctica. En cambio, las matemáticas mas "de andar por casa" (algo mas que el COU, pero apenas nada mas) si. El precio de todo esto fué (no sé si seguirá siéndolo) una falta de base en los contenidos reales de las materias. Un claro ejemplo del refrán ese de "los árboles no dejan ver el bosque".
Yo no sé si es por inercia en el profesorado, porque es mas barato (en esfuerzo y en dinero) o por quién sabe qué, pero las carreras técnicas están (estaban cuando yo lo hice) demasiado inclinadas a la abstracción, y (perdón de nuevo) los profesores eran:
- 05 % Maliiiiisimos (y con regodeo).
- 15 % Maliiiiiisimos. (A pelo)
- 55 % Malos sin mas.
- 20 % Cumplidores estrictamente.
- 05 % Valían para el puesto.
(Lo he sumado varias veces, no os esforceis, je je)
Estos números son, por supuesto a ojo y mas por impresión dejada que por "recuento".
Pero si, como estudiante y , a la postre, ususario de los servicios de enseñanza, debiese calificarlos... no aprobarían.
Curiosamente, en la primaria y el instituto... siempre me parecieron los profesores mas interesados en su trabajo que en la universidad.
¿Qué opinión teneis de esto?.Es por curiosidad, mas que nada.
-Guillermo- (El farragoso)
Conviene saber esas demostraciones y matemáticas farragosas, y de dónde salen para entender qué es lo que te están contando en las materias "reales", saber que no vienen de la nada. No creo que se pierda base en las materias que tu llamas "reales".
Dependiendo de a qué te dediques, es posible que tengas que resolver problemas similares. Ahora los ordenadores y calculadoras lo hacen casi todo... pero alguien tiene que programarlos y "enseñarles" a hacer integrales y resolver sistemas de ecuaciones diferenciales.
Sobre los profesores, creo que te tengo que dar la razón en cuanto a que eran por lo general bastante malos. Y además, chulos. Sólo recuerdo a uno que cuando le pillaban en fuera de juego con una duda decía "Me lo pienso y mañana te contesto". El resto decía "piénsatelo tú, y verás que es como yo digo", o "¿Acaso me he equivocado?" (dicho con muy mala leche además)
Un ejemplo: un día estaba hablando con una profesora de Matemáticas, joven, a la que conocía desde hacía unos 10 años, cuando aún no tenía metido en su cabeza todo el rollo pseudocientífico. Mi sorpresa ese día fue descubrir que había cambiado radicalmente y no sólo sostenía que existían cosas que no podían explicarse con la ciencia “oficial”, que había energías positivas, negativas, vibraciones y toda esa inmundicia intelectual, sino que además, al oírme decir “Lo siento, pero no me trago nada de eso”, respondió: “Oooh, Jose. Tú le dices eso a cualquier persona hoy día y te llama paleto en toda la cara.”
Repito: se trataba de una licenciada en Matemáticas de lo más normal y corriente, nada estrafalaria, sevillana, joven, con pinta de persona seria e inteligente, y a la hora de defender sus tesis “rappelianas” iba mucho más lejos que su amiga, ésta sí una Aramís declarada. Naturalmente, cuando ambas regresaron a casa, tuvieron tema de conversación para rato: el paleto de Jose.
Hola:
Sí, hombre, sí: los sentimientos están bien. Pero la ciencia también los explica. Creo que la gente aún piensa que hay "misterios insondables en el alma humana"... Algunos de esos misterios pueden persistir; ya caerán. Sobre el alma humana, digo lo mismo que sobre la religión: chorradas.
Es una pena constatar que las persoans confían tan poco en la ciencia, porque es lo único que tenemos.
Buen blog.
Un saludo.
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